12 de abril de 2013

rabinos chupa-capullines

Al igual que en varios territorios de África y de países islámicos se mantiene la costumbre brutal de la ablación del clítoris de las niñas, los niños nacidos bajo la religión hebrea (y también la mahometana) sufren la amputación del frenillo del pene, esto es, la circuncisión: es la representación del pacto del pueblo "elegido" (o al menos de sus varones) con el Dios-Demonio Yehová plasmado en las Antiguas Escrituras*, mediante el cual se le corta el prepucio a los bebés de 8 días en el rito tradicional del Brit Milá.

Esta mutilación genital, aparte de irracional, tiene riesgos higiénicos. Se dan varios casos al año de hemorragias e infecciones, incluso de muertes de bebés, provocadas por tal práctica traumática. Precisamente, la secular tradición judía dicta como medida antiséptica la limpieza de la sangre, sólo que... para más inri ésta se realiza todavía en varios lugares mediante la succión del pene del pequeño por parte del rabino...

Ya que en la antigüedad se pensarían que la saliva prevenía las infecciones. Al contrario, esa peculiar forma de "limpieza" aumenta el riesgo de contraer herpes. Mientras que algunos países (Alemania y Noruega) se prohibió recientemente la circuncisión en menores, en Nueva York y tras una batalla legal, una sentencia en abril de 2013 permite a los rabinos además de continuar el viejo rito, hacerlo con el detalle repugnante de la "limpieza oral" por los rabinos sin temor a ninguna sanción.

La circuncisión en sí, como práctica médica fuera del campo religioso, sólo tiene sentido en el tratamiento quirúrgico contra la fimosis (sufrida por el 1% de la población masculina). Como antes se ha citado, el primer personaje circunciso del que se tiene constancia es hijo de Abraham, y desde él toda su estirpe (de ahí que los circuncisos lo sean por religión judaica o musulmana, estos últimos mediante herencia ismaelita). El film "The Real Old Testament" narra en uno de sus capítulos de forma humorística cómo se produjo esta especie de broma pesada, propia de un dios borracho en una despedida de soltero.

* El octavo día, la carne de su prepucio debe ser circuncidada. (en Genésis 17:7-14)