10 de septiembre de 2012

quintín cabrera

Montevideo fue cuna en el s. XX de destacados artistas de ideología izquierdista-marxistoide, pero no por ello dejan de ser sumamente interesantes. Un ejemplo no tan difundido es el cantautor Quintín Cabrera. Se dio a conocer internacionalmente en 1967 a partir del movimiento de la Nueva Troba cubana. Durante esa época viajó hasta fijar por casualidad residencia en Barcelona (más tarde Madrid, y un pueblo de Guadalajara).

Obrero de la música y multidisciplinar, se distinguía por su honestidad y compromiso social. En sus milongas, murgas y vidalitas plasmaba tanto declaraciones de principios como vivencias personales, a veces con fina ironía y otras con melancolía. Algunos títulos: "No puedo hablar", "Los Reyes son los padres", "En el tiempo los apóstoles", "Informe provisional"...

Repetía la máxima, transmitida por su padre, de que para ser revolucionario, hay que hacer las cosas con amor. Una muestra de cómo compartía su interior son las entregas, sentidas, de "partes médicos y/o de guerra" que iba publicando en su extinta web mientras sufría graves problemas de pulmón. Al final trascendió a otra dimensión en 2009.

Si lo traemos a colación en este artículo es por dos canciones, grandiosas y de las más conocidas de su repertorio, aunque cuyas letras precisamente no sean de su propia cosecha. Reproducción de los textos, el primero es la versión musicada del poema "Seré curioso" de Benedetti.

En una exacta foto del diario, Señor Ministro del Imposible, vi en pleno gozo y en plena euforia y en plena risa, su rostro simple.

Seré curioso, Señor Ministro, de qué se ríe... ¿de qué se ríe?

De su ventana se ve la playa, pero se ignoran los cantegriles, tienen sus hijos ojos de mando, pero otros tienen mirada triste. Aquí en la calle suceden cosas que ni siquiera pueden decirse, los estudiantes y los obreros ponen los puntos sobre las íes.

Por eso digo, Señor Ministro, de qué se ríe... ¿de qué se ríe?



Usté conoce mejor que nadie la ley amarga de estos países, ustedes duros con nuestra gente, por qué con otros son tan serviles. Cómo traicionan el patrimonio mientras el gringo nos cobra el triple. Cómo traicionan usté y los otros, los adulones y los seniles.

Por eso digo, Señor Ministro, de qué se ríe... ¿de qué se ríe?

Aquí en la calle sus guardias matan, y los que mueren son gente humilde, y los que quedan llorando de rabia seguro piensan en el desquite. Allá en la celda sus hombres hacen sufrir al hombre, y eso no sirve. Después de todo, usté es el palo mayor de un barco que se va a pique.

Seré curioso, Señor Ministro, de qué se ríe... ¿de qué se ríe?


La siguiente, es una interpretación de otra de Aníbal Sampayo.

Qué vida tan diferente la mía y la suya, Señor Presidente. Mientras yo vivo en un rancho que se cae de pobre, siempre trabajando, usté es un terrateniente que vive en palacios rodeao de sirvientes.

Qué vida más diferente... Mientras yo igual que el peludo, metido en la tierra me reviento y sudo, usté maneja mi suerte chupando importado en Punta del Este.

Qué poder más diferente el mío y el suyo, Señor Presidente. Mientras que yo hago milagros con agua y fideos donde comen cuatro, usté es un mago evidente, porque a un gesto suyo brotan los banquetes.

Cuando doy un grito largo, tengo a cien encima que me hacen ahogarlo. En cambio esa misma gente a usté le hace venia cuando usté grita fuerte.

Qué medidas diferentes se toman a veces, Señor Presidente, dicen que andan unos mozos tomando medidas para hacerme un pozo. Que son individuos con armas modernas y un apodo antiguo. Mientras yo tomo medidas pa' achicar el cinto cuando no hay comida, usté las medidas toma achicando ramas pa' hacer cachiporras.

Qué vida más diferente, qué poder más diferente, qué medidas más diferentes.


Y es que ambas coplas retratan de forma atemporal y con exactitud meridiana cuál es la idiosincracia de los seres pseudo-humanos que ocupan cargos gubernamentales.