7 de agosto de 2012

pussy riot, activismo o montaje?

Con motivo del juicio que se está llevando a cabo estos días contra 3 de sus integrantes, tildadas de "mártires punk" contra Putin, ha saltado a la palestra mediática el caso de la dura represión a que ha sido sometido este grupo.

Pussy Riot ("Revuelta del Coño", título harto elocuente) se formaron en septiembre de 2011 con la intención de difundir un doble mensaje: feminista y contra la Presidencia rusa. Dieron la nota en una aparición con pasamontañas de colores en el Kremlin, en enero de 2012, por aquel entonces ya fueron detenidas.

Pero hasta la fecha su "canto del cisne" ha sido la performance que en febrero montaron en la Catedral de Cristo Salvador en Moscú (máximo referente de la Iglesia Ortodoxa Rusa). Irrumpieron en el altar ataviadas con su vestuario, pasamontañas e instrumentos, cantando la copla "Holy shit", la cual empieza con una oración rogando "Madre de Dios, echa a Putin". Con este acto pretendían poner en la picota y denunciar el apoyo explícito de la Iglesia al presidente Vladimir Putin. La Iglesia Rusa se ha venido, asimismo, beneficiando con una creciente preponderancia en el campo educativo, cultural y sociopolítico.

El arcipreste y portavoz de la Iglesia Ortodoxa, Vsevolod Chaplin, negó en declaraciones tal mamoneo. A pesar de que él mismo, dos semanas antes de la polémica actuación en la Catedral, se refirió a la era Putin como "un milagro de Dios". En referencia al juicio contra las activistas, dijo ¡Es Dios quien las está juzgando!.

Aparte de las tres legalmente-secuestradas, quedaron dos por identificar, más otras miembros del grupo que forman parte de él en calidad de apoyo logístico. A las enjuiciadas se les acusa de gamberrismo y de atentar contra los valores tradicionales de la Iglesia Ortodoxa Rusa, por lo que se enfrentaban a una condena inicial de 7 años, convertida en 3 por petición del fiscal. En su defensa se disculparon alegando que su objetivo era Putin y la Iglesia, y que no tienen nada contra los cristianos.

De todas formas, cuando se dan casos mediáticos como el presente, hay que cogerlos con pinzas. Por un lado tenemos un grupo que se enfrenta al Estado fascista ruso, pero por otro hay detalles que dejan lugar a algunas dudas sobre la sinceridad del espectáculo:

- La fijación obsesiva contra la figura del Presidente, dejando en segundo plano al Sistema, no es la mejor forma de atacar. Cuando la ofensiva se centra en un nombre particular, en realidad lo que se hace es ensalzarlo y acabar desviando la razón de fondo.
- Las tres llevaban varios meses encerradas. A pesar de ello, aparecieron el primer día del juicio sonrientes. Más aún, dos de ellas tienen hijos de corta edad, y las autoridades han denegados varias veces el derecho a verlos.
- Arrastraban varias huelgas de hambre en protesta por su situación, pero tampoco por su apariencia daban la impresión de haberlas llevado al extremo. Eso sí, el tercer día del juicio sufrieron a la vez un desvanecimiento por efecto de las sesiones maratonianas que han de soportar.
- El circo montado alrededor, las peticiones de libertad por parte de las estrellas de turno (Madonna, Sting, Amnistía Internacional...) no son el mejor revulsivo para creer a ciegas en las voluntades que puedan existir detrás de todo esto.
- Enmedio del juicio, preguntado Putin, se mostró "magnánimo" y paternalista, solicitando al Tribunal un "castigo no demasiado severo".

Aunque no tengan porqué caer en el mismo saco, un último dato a tener en cuenta es el del falso Feminismo. Un movimiento ideológico que, en parte, en el s. XX fue inducido/infiltrado desde oscuras instancias. Un claro exponente de las reservas que producen ciertas acciones, y también actual, se encuentra no muy lejos de las Pussy Riot: el grupo Femen de Ucrania.

Éstas se dedican a denunciar en público, con cierta periocidad, sobre temas llamativos y muy mainstream (el islamismo, las agencias internacionales matrimoniales, la "burdelización" de su país...), en general aprovechando importantes eventos. Sus shows provocativos, presuntamente feministas, los realizan en minúsculos grupos y casi siempre en top-less. De ahí la contradicción al decirse anti-sexistas, pero usar al mismo tiempo su cuerpo como reclamo. Además, curiosamente, quienes aparecen son siempre jóvenes de aspecto bastante sexy. Organizando los cotarros (en primera instancia, otra cosa es si alguién más arriba mueve los hilos, algo muy probable) está la fundadora Anna Hutsol, economista y dramaturga.