19 de enero de 2012

basura = negocio protegido

Miles de personas en las ciudades rebuscan diariamente víveres entre la basura. Frente a una actividad tan "dañina" para el orden público y ambiental, en lugares como la capital de Españistán se cuenta con ejemplarizantes ordenanzas municipales que multan con 750 € (cifra bastante superior al salario mínimo) a los indigentes que, por no poder comprar comida, han de dedicarse a recuperar de los despojos depositados en los containers.

Presuntos delincuentes muy peligrosos en plena infracción administrativa. Eres pobre y no tienes ni para comida? pues toma multazo!

Esto tiene que ver con lo que eufemísticamente denominan gestión medio ambiental de residuos urbanos, aparte de la cuestión estética-eugenésica urbana infligida por los sátrapas de turno. El hecho de que la recogida de basuras se haya convertido en un negocio público-privado de interés, provoca también que la vieja y digna profesión de chatarrero por libre corra peligro al pasar a ser considerados por la Autoridad pertinente como agentes irregulares o ilegales en la materia, con la consecuente persecución de su actividad. Sobre este aspecto, un texto muy acertado extraído de un artículo donde habla de varias cuestiones:

Leo en La Vanguardia que en Barcelona se están organizando unas bandas peligrosísimas de cartoneros y ladrones de ropa. Entiéndanme: cuando La Vanguardia habla de peligro, tiende a confundir economía con integridad física (ellos perciben el bolsillo como un órgano interno más, cual páncreas o bazo). No es que estas mafias vayan a asaltarle a usted faca en mano para exigirle ropa y papel. Y no, tampoco es que asalten los quioscos y se lleven los cartones de los fascículos de las entregas iniciales de home english... No. El método es otro: se introducen en los contenedores azules -o en los de ropa- y, simplemente, se llevan los residuos. ¿Y cuál es el problema? Pues no lo sé muy bien, pero La Vanguardia ve uno y bien claro. Habla de Mafias, habla de Peligro. Aunque sea socialmente inocuo, es económicamente grave: el origen de este problema, en concreto, está en el suministro de la industria del reciclaje. Que ya no les llega tanta basura como antes.

Porque cuidao, el concepto de basura es fluctuante, sobretodo en crisis, y lo que antes era basura ahora tiene otro valor. Y es que no sólo se ha introducido el residuo como objeto de gestión económica (de modo que, en cierta manera, cuanto más residuo mejor) sino que, además, en los últimos años, los propios suministradores de electrodomésticos y gadgets fungibles (la chatarra por excelencia) han establecido relaciones comerciales con plantas de despiece y tratamiento de hierrajos, consolidando así un circuito de reciclaje exclusivo. De modo que los chatarreros old-school están fuera del círculo, y de ahí los crecientes robos de cobre, ropa y cartón. Por no hablar de esos camiones que parecen salidos de La Cúpula del Trueno y que rondan los barrios con el amenazador cartel "vaciamos tu piso". Si durante siglos se ha cerrado el circuito de la producción a toda esta población marginal, ahora se cierra también el circuito de los residuos de dicha producción. Resumiendo, que no van a pillar nada en ninguna parte: ni el trabajo de la fábrica ni sus residuos para malvivir.


Había un tiempo en que a cambio de la recogida de envases vacíos, el ciudadano incluso percibía alguna monedilla. Ahora sucede al contrario. Más aún con la falacia impuesta a machamartillo de la separación doméstica de los residuos: una norma que, aparte de quitar numerosos puestos de trabajo en las plantas de reciclaje, apenas es efectiva al llegar al eslabón final del proceso.