11 de agosto de 2011

la lotería es algo que nunca te toca

La superstición por una parte, y la adicción a los juegos de azar por otra, provocan que una parte nada desdeñable de la población trate, sea cual sea su status económico y social, a probar suerte en mayor o menor medida en alguna de las múltiples formas de sorteos y apuestas que ofrecen Estados y particulares. En salones de juego y casinos, en internet, en apuestas oficiales, también en timbas dizque ilegales... Un negocio que mueve cifras astronómicas gracias a las aportaciones de los incautos.

De este timo legalizado se sacan pingües beneficios. Lo de estafa es porque siempre gana la "banca", y de la recaudación total se aparta una mínima parte para los premios. En consonancia con los últimos tiempos de sumisión del poder económico público a los intereses de las grandes mafias privadas, incluso la jugosa recaudación que la Hacienda estatal viene recogiendo se está cediendo a entes financieros mediante privatizaciones. Como el caso español de Loterias y Apuestas del Estado con su operación pública de venta expuesta en 2011, una maniobra en la que están involucrados el Santander, BBVA y la Banca Rothschild.

Dejando de un lado el concepto verdadero de dinero como mierda, para quien participe de este tipo de juegos tendría que tener claro que:
- tanto desde el punto de vista de la la obtención de una mejor perspectiva de ganancia,
- como por la misma emoción del juego,
siempre encontrará mayor incentivo en una partida de póker ilegal, por ejemplo, que en cualquiera apuesta dentro de los cauces legales. Sólo hay alguna muy extraña excepción como el clan de los Pelayos, familia que en los '90 se dedicó "profesionalmente" durante años a aplicar un sistema propio, tras un trabajo previo de observación, donde evaluaban los números con más probabilidades de salir en la ruleta (donde confluyen varios factores, muchos físicos), de forma que aplicando su método consiguieron llevarse cuantiosas millonadas de los casinos de todo el mundo... hasta que éstos les prohibieron la entrada.

Si aún con todo uno piensa que merece la pena el intentar atraer a la Diosa Fortuna, ilusionarse con un golpe de suerte para aprovecharse del final de esta era en que con el papel-moneda (un bluff ciertamente) aún se pueden obtener bienes y servicios, ha de tener en cuenta los siguientes índices estadísticos de acierto para algunas loterías oficiales, en concreto:

- Quinielas. Al estilo de la quiniela futbolística, o Progol en México, en Argentina hay infinidad de distintas quinielas.
Se trata de 14 casillas con 3 posibles resultados para cada una de ellas. La probabilidad de atinar los 14 resultados resulta del cálculo 3^14, esto es, 1 de entre 4.782.969 combinaciones (si se quiere en porcentaje, 0,000021% de posibilidades teóricas de acertar). Para el llamado "pleno al 15" esta probabilidad baja a 1 entre 14.348.907

- Loterías. Estrictamente aleatorio. Usualmente son billetes de 5 cifras (México, polla boleto chilena, etc...) esto es, 100.000 números o boletas. Fácilmente se deduce que la probabilidad es de 1 entre 100.000 para el primer premio. Para los premios especiales la probabilidad baja (en la Lotería española de los jueves que viene en 6 series, a 1 entre 600.000). En la Lotería de Navidad el total de números se limita a 85.000, por lo que la probabilidad sube (también lo hace el precio del décimo del billete). En el "sorteo de la ONCE" La probabilidad es también de 1 entre 100.000, y 1 entre 15.000.000 (150 series) en el "Cuponazo"

- Loterías "primitivas"* (es el modelo de la bono-loto hispana, baloto colombiana, etc). Han de adivinarse X números de una matriz. Generalmente 6 números de 49 posibles. Esto es una combinación de 6 sobre 49: matemáticamente C(49;6)= (49!)/(6!)·(49-6)! = 13983816. Probabilidad, pues de 1 de 13.983.816. En el "Gordo de la Primitiva" es de 1 entre 31.625.100

La siguiente circunstancia a tener en cuenta tras la probabilística es el importe de los premios y el coste de las participaciones.

* El origen de este modelo de lotería se remonta a Génova en el s.XVII.