14 de julio de 2011

el naufragio del sufragio (9ª parte) votar es abdicar

Este blog no cede en su campaña en pro de la abstención activa en cuanto a los comicios electorales se refiere, así como contra el Parlamentarismo y la Democracia representativa. He aquí una compilación de los posts publicados con anterioridad, y un posterior addendum con más argumentos.

Partes: (siervos de las elites, discurso de George Carlin...); (opciones exóticas de voto); (consejos para el boicot y el sabotaje); (la casta política y el pastón que se embolsan); (#novotes en vez de #nolesvotes, diálogo entre un votante y un abstencionista...); (mayorías, matemáticas y la Ley del número); (características del voto...) y (no vote ni deje de votar).

Abundando en las matemáticas tramposas que aplican con su Ley del Número y de las Mayorías, pongamos un ejemplo cualquiera de resultados arrojados en algún tipo de votación reciente:

El color de las porciones representa: el negro la abstención, gris claro votos en blanco, gris oscuro votos nulos, azul el partido declarado "ganador", y el resto de colores para las demás opciones políticas.

El diagrama de la imagen superior no es el que presentan los medios, ya que siempre se amputa el equivalente al negro y al gris. Tal y como se expuso en la 6ª parte de esta serie de artículos, aquí tenemos la demostración práctica de cómo una opinión extremadamente delegada (y tras ardua tarea de manipulación e hipnosis de masas desde arriba) de una proporción menor a 1/4 de la población con derecho a voto, se toma por el todo. Y esto en un caso donde, en tal ocasión, la abstención (la opción realmente mayoritaria) no fue lo elevada de costumbre, y la opción "azul" arrasó en las urnas frente a sus inmediatos perseguidores.

¿Por qué elegir el mal menor? para eso, es preferible escoger el Mal mayor.

Para rematar el asunto por ahora, qué mejor que echar una mirada a los clásicos anarquistas. Extraído de esta página, reproducción de un discurso de Élisée Reclus en 1885:

Compañeros, ustedes le piden a un hombre de buena voluntad, que no es votante ni candidato, exponerles cuáles son sus ideas sobre el ejercicio del derecho al sufragio. El periodo de tiempo que me otorgan es muy corto, pero teniendo sobre el tema del voto electoral las convicciones muy claras, lo que tengo para decirles se puede formular en unas cuantas palabras.

Votar es abdicar; nombrar uno o varios amos por un periodo corto o largo, es renunciar a su propia soberanía. Que se vuelva monarca absoluto, príncipe constitucional o simplemente mandatario dotado de una pequeña parte de realeza, el candidato que ustedes llevan al trono o a la silla será su superior. Ustedes nombran a hombres que están más allá de las leyes, puesto que ellos se encargan de redactarlas y que su misión es de hacerles obedecer a ustedes.

Votar es ser engañado; es creer que hombres como ustedes adquirirán súbitamente, al tintineo de una sonata, la virtud de saberlo todo y de comprenderlo todo. Sus mandatarios al tener que legislar sobre todas las cosas, de los cerillos a los barcos de guerra, del podado de los árboles a la exterminación de tribus rojas o negras, a ustedes les parece que su inteligencia crece en razón misma de la inmensidad de la tarea. La historia les enseña a ustedes que ocurre lo contrario. El poder siempre ha desconectado, el parloteo siempre ha estupidizado. En las asambleas soberanas la mediocridad prevalece fatalmente.

Votar es evocar la traición. Sin duda, los votantes creen en la honestidad de aquellos por los que votan, y puede ser que tengan razón el primer día, cuando los candidatos están aún en el fervor del primer amor. Pero cada día tiene su mañana. A partir de que el medio cambia, el hombre cambia con él. Hoy, el candidato se inclina ante ustedes, y quizás muy abajo; mañana, él se levantará y quizás muy alto. Él mendigaba votos, él les dará órdenes. El obrero, vuelto supervisor, ¿puede quedarse siendo el mismo que era antes de haber obtenido el favor del patrón? ¿No se enseña el fogoso demócrata a encorvar la espina cuando el banquero se digna en invitarlo a su oficina, cuándo los criados de los reyes le hacen el honor de atenderlo en las antecámaras? La atmósfera de esos cuerpos legislativos es nociva para respirar, ustedes envían a sus mandatarios a un medio de corrupción; no se sorprendan si ellos salen corrompidos de ahí.

No abdiquen entonces, no vuelvan a poner sus destinos en hombres necesariamente incapaces y en futuros traidores. ¡No voten! En vez de confiar sus intereses a otros, defiéndalos ustedes mismos; en vez de contratar abogados para proponer un modo de acción futuro, ¡actúen! Las ocasiones no les faltan a los hombre de buena voluntad. Lanzar sobre los otros la responsabilidad de su conducta es ser falto de valentía.